martes, 17 de febrero de 2009

MI PROPIO CEMENTERIO...

caminaba lentamente, de regreso al cementerio... a mi tumba... otra noche mas sin encontrarte... sin saber de tu existencia... el alma me dolía... y mi pálido rostro se resquebrajaba por las lágrimas que no podía derramar...
la soledad, que inevitablemente se convertía en compañera de mi desventura...

de mi exilio... de mi amargura... era una vez mas... la mas lastimera de mis heridas...
implorando al viento que se llevase mi esencia... que evaporase mi presencia...
el tortuoso camino que he tomado, convierte mi inmortalidad... en decadencia...
mi fortaleza, en temor.... mi despertar, en convalecencia...
deseoso de volveros a encontrar, descubro solo pedazos de tu pasado...
migajas de tu promesa de amor eterno... tan efímeras como tu presencia...
un amanecer mas triste que el anterior... una final de mi crepúsculo mas amargo...
en el que moriré sin saber de vos... vuelvo a ser parte del viento...
hasta que caiga la noche... y renazca una vez mas...
en mi propio cementerio...

miércoles, 4 de febrero de 2009

crepusculo...

Cuando llega la noche, la oscuridad invade mi alma, y mi cuerpo solo sucumbe a la enorme necesidad de alimentarse. Beberé de tu sangre hasta secar tu existencia y saciar la sed que me acompleja, que me mantiene atado a mi sublime inmortalidad. Esta noche surcaré el cielo buscándote, el rastro que ha dejado el aroma de tu sangre me guiara a ti, será solo cuestión de tiempo.
Tu ventana esta abierta, hace calor aquí afuera y tú duermes casi desnuda, las delgadas cortinas se agitan con tímidos movimientos al ser golpeadas por el ligero viento creado al detener mi vuelo sobre el balcón. Entrare despacio para no despertarte. No deseo interrumpir tus sueños… no por ahora. La luz de la luna proyecta la sombra de mi espectral silueta que se desliza sobre tu cama conforme avanzo. En silencio y con movimientos lentos y pausados retirare los negros cabellos que cubren sugestiva mente tu delicado cuello. Verte ahí dormida, ignorando totalmente lo que a tu alrededor se suscita. Ingenua y dulce hada de los sueños, no te das cuenta que te deseo, eres víctima de tu propia inocencia, volviéndote inmune a toda malicia, mas se que esta es mi noche, al fin te he encontrado y no habrá nada ni nadie que interrumpa nuestro enigmático encuentro. Se que sueñas conmigo, aunque no sepas quien soy siempre deseaste este momento, es una lastima que ahora te encuentres en tu mundo de fantasía, pero eso no me preocupa, porque se que pronto estarás eternamente a mi lado. Solo tienes que darme tu sangre y conocerás la inmortalidad. Esta noche te haré mía para siempre, arrancare de tu alma todo sentimiento mundano que pueda limitar tu existencia, solos tu y yo por toda la eternidad.
Por ahora solo duerme, yo mientras tanto me quedare observando tu inmaculada belleza, antes de irrumpir sobre tu cuello y beber cada gota de tu espíritu. Puedo ver como tu delicada piel se eriza al sentir mis labios al recorrer tu hombro, dirigiéndome lentamente a la arteria que me abrirá la puerta de tus secretos, hundiré sutilmente mis afilados colmillos para así devorar tus deseos, absorberé con desmedida lujuria cada palpitar de tu corazón hasta dejarlo inerte, seco, insensible a cualquier sufrimiento terrenal, ya no habrá temor, ni llanto, se acabaron para ti las desazones y cualquier dolor que mitigue tu existencia.
Desde lo más profundo del cementerio de mi alma, se escuchan los débiles latidos de mi marchito corazón, buscando inútilmente escapar de la tumba que lo apresa. Puedo sentir tu sangre tibia recorrer por mis venas, ahora me pertenece, en cualquier momento llegara hasta ese cementerio lleno de tristeza y decadencia para profanar la prisión de mis deseos.
Me has dado tu vida, a cambio te daré... la inmortalidad.

aunque te hayas marchado...


no esperes que te llore, aunque se que te necesito.... no creas que te extraño, aunque me duela tu ausencia... no esperes que te busque, aunque te hayas llevado mi vida... no esperes que sonría, aunque recuerde tu mirada... no esperes que decaiga, aunque me enferme tu partida... no pienses que moriré de frió, aunque me falte el calor de tus besos... no olvides que mi alma no se quebrara en pedazos... aunque me falte la suavidad de tus caricias...


no creas que te he olvidado, aunque te hayas marchado...